viernes, 25 de marzo de 2011

¿Venimos todos de Marte?

Científicos desarrollan un sistema para buscar restos biológicos bajo la superficie del Planeta rojo, quizás las muestras de nuestros propios orígenes


Vista de Marte, el planeta rojo

En febrero de 2009, y bajo este mismo título, ABC publicaba un artículo sobre esta inquietante posibilidad. Entonces, H. Jay Melosh, profesor de Ciencias Planetarias de la Universidad de Arizona y una de las máximas autoridades mundiales en el estudio de impactos de meteoritos contra la Tierra, defendía la hipótesis de que la vida podría haberse originado antes en Marte que en nuestro propio mundo, para viajar después hasta aquí a bordo de meteoritos. Ahora, investigadores del Massachussetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Harvard, están terminando de desarrollar un instrumento capaz de zanjar la cuestión.

La idea, aunque puede parecer descabellada, tiene en realidad una lógica aplastante. Para muchos biólogos y geólogos actuales, en efecto, no cabe duda de que en Marte hay, o por lo menos hubo alguna vez, vida. Casi cuarenta misiones no tripuladas han sido enviadas hasta ahora al Planeta rojo, una buena parte de ellas con la misión específica de encontrar agua (cuya presencia allí ha sido repetidamente confirmada) y rastros de algún tipo de vida orgánica, ya sea presente o pasada.

Y es que la historia de Marte es muy similar a la de nuestro propio mundo. Sabemos que, igual que en la Tierra, allí hubo mares y océanos que, sin embargo, se perdieron por carecer el planeta de una atmósfera capaz de retener y reciclar el agua evaporada por el Sol. Al ir evaporándose el agua de los mares, simplemente se fue perdiendo en el espacio.

Sin embargo, resulta más que plausible pensar que, mientras esos mares existieron, llegaron a albergar alguna forma de vida orgánica. Un proceso, además, que pudo tener lugar incluso antes que en la propia Tierra, según se desprende del análisis de los datos enviados por las naves actualmente en órbita marciana y por los vehículos robotizados Spirit y Opportunity, que han pasado largos años “paseando” y analizando su polvorienta y árida superficie.

Y después están los asteroides y cometas, que chocan continuamente con todos y cada uno de los mundos del Sistema Solar, salpicando sus superficies de cráteres que son visibles durante muchos millones de años. Cuando uno de estos “vagabundos espaciales” choca contra un planeta, levanta una gran nube de escombros y piedras que, a su vez, son lanzadas al espacio y pueden chocar (de hecho lo hacen) contra otros mundos del mismo sistema planetario. Aquí, en la Tierra, se han encontrado ya un buen puñado de meteoritos que han resultado ser fragmentos de suelo marciano.

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